Qué más se le puede pedir a la naturaleza que un día espectacular, con viento suficiente para elevar las cometas que nuestros niños elaboraron o compraron esperando verlas volar bajo el cielo; sol suficiente para calentarnos un poco  y los  protagonistas especiales: nuestros estudiantes disfrutando de una jornada lúdica recreativa, una fiesta de colores esperada por pequeños y grandes.

En esta jornada que se viene realizando hace algunos años, se conjugan todos los componentes de la vida escolar: los amigos, la creatividad, el compañerismo, el compartir  la aventura de poder elevar una cometa lo más alto posible, unos con mucha experiencia y pericia en este arte, otros por primera vez tratando de emprender ese gran reto.

El escenario fue la antigua laguna de Quiba, que nos sorprendió porque esta vez la vimos más bonita y con el preciado líquido de la humanidad: el agua. Qué alegría poder escuchar a los estudiantes contando la historia de ese lugar, historia que la saben ellos porque hace parte de la cultura de la localidad de Ciudad Bolívar y su sentido de pertenecía hace que ellos aprecien y conserven ese paisaje que se encuentra  a tan solo 20 minutos de nuestro colegio.

Es un cambio de ambiente: del frío cemento pasar al extenso verde de ese inmenso lugar. Fue tan solo llegar al sitio elegido para poder ver en el cielo cometas de diferentes  tamaños, figuras y colores,  unos desenredando la cuerda para darle rienda suelta a su cometa y verla cómo se eleva al igual que los sueños que  cada día son más sólidos y llenos de esperanza.

Fue una mañana especial en la que,  de nuevo, sin contratiempos, cerramos el mes de agosto con el viento propicio para pilotear desde abajo las cometas que adornaron el azul del cielo.