“LLUEVA O TRUENE LA CAMINATA SE MANTIENE”
A pesar de las inclemencias climáticas, la caminata al municipio de Tena, Cundinamarca se realizó con éxito
Esa era la consigna de los grados sextos a las 7.00 de la mañana del día viernes 15 de marzo. Desafortunadamente amaneció lloviendo y con un frío aterrador, de esas cosas raras de la naturaleza pues hacía ya dos semanas sin caer una sola gota de agua. Pero bueno, llovía y llovía y la caminata a TENA Cundinamarca se mantenía con más ganas y gran entusiasmo.
La esperada caminata empezó en un caserío llamado Puerto Araujo vía a la Mesa Cundinamarca, allí desembarcamos a eso de las 9.00 de la mañana con una llovizna pareja, pero a la vez agradable y comenzamos la ruta fijada de 9 kilómetros y 400 metros aproximadamente, así lo indicada el mapa de nuestro recorrido por el camino real, un camino elaborado por esclavos en el año 1819 para que los españoles se pudieran desplazar del interior del país a Santa fe de Bogotá. Este camino está rodeado de muchos árboles frutales de mango, mamoncillo y guayaba, entre otros frutos.
Llevábamos aproximadamente unos 20 minutos y empezó el festival de caídas en el recorrido, pues el camino real elaborado con rocas de río, estaba bastante húmedo y esto facilitaba que los resbalones estuvieran a la orden del día, afortunadamente habíamos tenido la precaución de decirle a los estudiantes que estaba prohibido llevar envases de vidrio porque una caída con estas botellas complicaría la salida. La lluvia por cada kilómetro se iba incrementando más y más. Pasado más de una hora, se vino un aguacero terrible, la ropa empezaba a pesar demasiado, los morrales y los tenis ya no eran blancos, sino una combinación de café con blanco. Llegamos a un punto interesante la llamada CASONA, un predio abandonado que sirvió de posada a los arrieros de la zona y a los mismos españoles. La leyenda dice que en esta casona se siente el miedo por causa de una maldición de un señor que en la época de la Colonia murió y nadie lo asistió en una penosa enfermedad, pues este personaje tenía mucho dinero pero era muy grosero y perverso y cuando necesitó de los demás nadie lo acompañó y en su agonía, él lanzó una maldición. Dice la historia, que a toda hora hace miedo, por esta razón la casa fue abandonada porque era imposible vivir en esta gran mansión, y la verdad, es que apenas entramos se sintió una energía extraña, como pesada.
En este lugar algunos turistas osados van a acampar los fines de semana con el fin de verificar si realmente esto sucede, en las paredes hay grafitis que dice “LA VERDAD AQUÍ SÍ HACE MIEDO”, y otro “AQUÍ ASUSTAN, ES IMPOSIBLE DORMIR” Este espacio de visita, como era de esperarse, gustó mucho a los estudiantes pero a la vez quedó el gran misterio. Saliendo de este sitio, el agua ablandó tanto el terreno que quedó un camino de solo barro y a la profesora Margarita Garzón, quien nos acompañó con gran agrado, uno de sus tenis se le quedó enterrado y poco a poco se fue hundiendo en el barro y no faltó el estudiante que metió sus dos manos en busca del zapato perdido.
La lluvia siguió unida a nuestra caminata y llegamos a la gran cascada, la vista no podía ser más hermosa: una caída de agua de aproximadamente 30 metros donde la recibía un gran pozo que a primera vista se ve acogedor para nadar, las precauciones de seguridad no faltaron pues su profundidad es de tres metros y la temperatura del agua es bien, pero bien fría. A ese pozo no ingresaron los estudiantes, pero, sí a uno cercano, fue la gran fiesta del agua ¡todos al agua!.
La temperatura no importó, fue un momento muy bueno, pero en este hermoso marco sólo estuvimos de paso pues el camino nos esperaba y la llegada al pueblo de Tena estaba aproximadamente a 30 minutos. Teníamos hambre, la lluvia no nos permitió hacer una parada técnica, la ropa estorbaba por lo húmeda y las ampollas empezaron a demorar la llegada a nuestro destino y comenzaron las pregunta de todas las caminatas cuando el cansancio empieza hacer efecto, “PROFE, ¿FALTA MUCHO?, “PROFE, ¿EN CUÁNTO LLEGAMOS?… ¿PODEMOS COMER ALGO?”… sí, después de 4 horas y media, llegamos. El recibimiento no podía ser mejor, en el pueblo nos tenían agua de panela caliente y un espacio amplio para poder almorzar. Sin necesidad de decirles a los estudiantes, empezaron a compartir su comida unos con otros, y quedaba suficiente energía para la piscina del pueblo después de almorzar y de nuevo … ¡Al agua patos!.
Nelson Alejandro González
Profesor Educación Física