¿QUIÉN LE CANTA A LOS MUERTOS?

Hay quienes prefieren mantener al margen un tema tan común entre los humanos como la propia vida, la muerte.  A su vez hay quienes se asombran de que otros dejen solos a sus muertos durante una larga noche, en un lugar que probablemente nunca conoció y lo acoja solitariamente en su última velada nocturna entre los vivos. De estas experiencias y modos diversos de concebir el mundo ante la vida y la muerte,  se engendró el apasionante trabajo investigativo que hace un año adelanto en la provincia del Medio San Juan, ubicada en el Pacífico colombiano.
Hace un par de semanas, una encantadora brisa de esas que abundan en el Pacífico colombiano me recibió, tal como recibe a todos sus visitantes más no extraños, para albergarme durante algunos días en uno de los escenarios más alejados e inmensamente ricos en cultura del país.
Andagoya, una cabecera municipal a dos horas de Quibdó, por esta época el destino de muchas gentes, algunos del Ministerio de Cultura y universidades del país, pero principalmente el de las y los protagonistas, los grupos de cantaores y cantaoras de alabaos de la provincia del medio San Juan y otros municipios y corregimientos aledaños a ésta, es el epicentro del “Encuentro de Alabaos, Gualíes y levantamiento de tumbas del medio San Juan” el cual se desarrolla  allí hace quince años. Coincidencialmente, el mismo número de delegaciones asistieron este año, incluyendo jóvenes, niños, mujeres y hombres adultos,  y desde luego los Mayores (como se les llama a los ancianos por respeto a su sabiduría).
Desde el periodo mismo de la Colonia, cuando los africanos traficados y arrancados de su territorio espacial y simbólico fueron traídos como esclavos a  América,  los cantos de lamento por el horror del desarraigo se instalaron en la historia del afrodescendiente, cantos que con el paso de los años fueron transformándose por la imposición de las creencias religiosas católicas; a pesar de ello el transfondo de dolor se conserva implícito en esta práctica. El Alabao es uno de  estos cantos, cantos al muerto en el ritual fúnebre, que no es en funeraria sino en casa propia y que dura toda una noche con algunas pausas en las que se comparten alimentos, juegos de azar, dulces  y hasta alcohol para según ellos fortalecer al débil.
Aunque hubiera podido en tan sólo veinte minutos recorrer a Andagoya, su grandeza se expresa en la fraternidad de las personas que en él habitan, por ello ninguno de los visitantes nos sentimos ajenos, porque compartimos una historia que  aunque no la contamos a viva voz, sabemos que existe, y que no es precisamente la que se cuenta en los libros de texto con los que a algunos nos enseñaron en la escuela cuando fuimos niños y adolescentes,  la que aún se continúa enseñando en muchos colegios, justamente en la clase de Ciencias Sociales o Historia.
La muerte entendida como el final de la vida y que para muchas culturas representa el punto culmen de un ciclo más no el final de muchos ciclos , es respetada por los cantaores y cantaoras que asistieron al encuentro y por un gran número de habitantes del Pacífico colombiano. Los cantos por esto son un medio para trasladar de la vida a la muerte a una persona pidiendo y rogando a su Dios (que en este caso es católico) por el perdón de su muerto y de quienes se encuentran vivos a su alrededor, es una forma de garantizar que el camino hacia el otro lado se construya y por éste pueda caminar quien se ha ido, para nunca más regresar.
El adulto y el niño menor de siete años que fallece no tienen el mismo trato, el adulto está lleno de los vicios que la sociedad le ha impregnado, contrario al niño, quién aún es como ellos lo llaman “angelito” por lo que  para él los cantos son alegres, algunos rondas que se acompañan con juego.  A estos cantos se les denomina Gualí.  Tras sepultar al fallecido, son nueve días y nueve noches los que se reza frente a la tumba (altar diseñado con flores, sábanas y elementos que simbolizan los logros del fallecido adulto) para darle la ayuda que  necesita  y así librarlo de sus cargas en la tierra. Al noveno día con alabaos se retiran uno a uno los elementos que contiene esta Tumba, a este último se le denomina levantamiento de tumbas.
El encuentro me permitió observar, escuchar y sentir la fuerza del afrocolombiano en muchas voces, en narraciones que se cantan y se comparten a través de los gestos, las que como maestra me permiten hablar a mis estudiantes de realidades culturales que se escapan muchas veces de su contexto pero que existen, y como investigadora comprender de cerca que las culturas van más allá de las  artesanías y el dialecto, debido a que son múltiples universos simbólicos, modos diversos y complejos de entender  y estar en el mundo.

cantamuertos_clip_image002

cantamuertos_clip_image002_0000

cantamuertos_clip_image002_0001

cantamuertos_clip_image002_0002

cantamuertos_clip_image002_0003

cantamuertos_clip_image002_0004

cantamuertos_clip_image002_0005