Zona Escolar, un espacio radial para pequeños periodistas
La iniciativa no creció más por decisión de las administraciones del Polo Democrático. Sin embargo, hoy muestran sus logros en la parte social y educativa.
Por: Redacción ELTIEMPO
6 de septiembre de 2008
Alejandra Farfán, de grado cero, cruza los brazos sobre el pecho y respira profundo. Su ‘profe’ le dice que oiga la música, suave y bonita. Les da la misma instrucción a los otros niños que deben recibir clase en la superaula.
Esta es una clase diferente en el colegio en concesión Jaime Garzón. Es para los estudiantes con problemas de atención o comportamiento que van mal en su curso.
Allí, una sicóloga y una trabajadora social evalúan a los pequeños y los nivelan.
La rectora, Alicia Jiménez, está pendiente de sus 1.400 estudiantes, pero de los que asisten a la superaula, mucho más. «Son los de mayores necesidades afectivas y sociales, hay que sacarlos adelante», dice.
Esta es una parte importante del proceso que se realiza en los colegios por concesión: además de lo educativo, que es de alta calidad, el seguimiento permanente de estudiantes por un equipo que incluye, además, médico o enfermera y odontólogo en los planteles en toda la jornada (7 a.m. a 3 p.m.).
Estos colegios arrancaron en el 2000. Son una combinación entre la empresa pública y la privada. El Distrito contrató a planteles privados y cajas de compensación para que educaran a los niños de bajos recursos. Los contratos se hicieron a 14 años. Por cada alumno, Bogotá les paga cerca de 1’500.000 pesos al año. Los centros educativos están en zonas vulnerables.
Aunque este proyecto se programó para 51 planteles, solo llegó a 25. Se dice que los 30.000 maestros distritales pusieron muchos votos para cada Alcaldía y como los de estos planteles son contratados privadamente, ampliarlo les quitaba plazas.
Los 25 que hay en la actualidad son manejados por Alianza Educativa, Colsubsidio y Don Bosco (cinco cada uno), Cafam (cuatro), Fe y Alegría (dos) y La Salle, Nuevo Retiro, Gimnasio Moderno y Calasanz (uno cada uno).
Hoy, quienes están al frente de los planteles desde la parte administrativa, dicen que es una buena experiencia.
Leopoldo González, de la Alianza Educativa, afirma que ha sido «un gran aprendizaje. Al comienzo no conocíamos a las comunidades más vulnerables y trabajar con ellas es muy distinto a hacerlo con los estratos altos. Los proyectos y programas los hemos ido adaptando».
Agrega que los resultados académicos son positivos. «Pero más allá, que estos niños, que antes no pensaban en ir a la Universidad, se inscriban esperando pasar, es importante. Lo anterior no está relacionado con las ayudas y las becas que ofrecemos en Los Andes o los apoyos del Distrito para centros educativos, sino porque ellos y sus familias han entendido que se puede salir adelante trabajando y estudiando».
Por su parte, Enrique Rivera, de Cafam, dice que darles a los menores de estratos 1 y 2 una educación y unas instalaciones de estrato 6, los ha vuelto niños más positivos. «Además de educación, les suministramos a los 6.160 alumnos de los cuatro colegios, desayuno y almuerzo», dice.
Rivera afirma que como entidad quisieran darles más. «Me refiero a educación superior. Pero esa es una de las grandes desgracias de este país: que la gran mayoría de jóvenes salen del colegio a mirar pasar las moscas».
Los muchos logros para mostrar
En el colegio Sabio Caldas, en concesión del Gimnasio Moderno, estudian 1.050 alumnos y para el 2009, 450 niños esperan ingresar. Ember Estefenn, rector, dice que a duras penas tendrá 100 cupos de preescolar. Lo mismo sucede en el Jaime Garzón: solo hay disponibles 120 cupos de preescolar. Los estudiantes no se van y la deserción es baja.
En estos planteles es muy importante el trabajo con los padres de familia. Además de la escuela de padres y de llevar a la reconciliación a las familias con problemas, les ofrecen talleres de artes y oficios.
Los problemas de violencia estudiantil son muy bajos. Tanto los administradores de la Alianza Educativa, como de Cafam y el Gimnasio Moderno, dicen que este tema no es su gran preocupación.
Una estudiante del colegio Sabio Caldas está hoy en Canadá, en un semestre de música en ese país. Viajó con su profesor, con todo pago, y un dinero para viáticos. «Ya hemos llevado tres en este proyecto», dice Estefenn.
Los 300 bachilleres anuales de los cuatro colegios administrados por Cafam tienen articulación de educación técnica con el Sena. El Gimnasio tiene 34 en varias universidades.
‘Han ayudado a ampliar cobertura’: Sec. de Educación
Así como hay diferencias entre los colegios distritales y los de concesión, también hay semejanzas.
Uno de los puntos que los separa es el tema de las jornadas académicas. Mientras en los colegios distritales se tiene a un grupo de alumnos en la mañana y a otros en la tarde, en los de concesión es una sola, de 7 a.m. a 3 p.m.
Para Ángel Pérez, subsecretario de Planeación de la Secretaría de Educación (SED), la entidad ha ampliado la jornada extra escolar.
«Ahora tenemos reforzamiento de inglés y matemáticas los sábados en la mañana. Esto implica que el estudiante no deja el colegio desde el viernes y vuelve el lunes, sino que está más tiempo en el colegio». Aquí, se unen.
Pérez opina que los colegios en concesión han ayudado en el tema de cobertura, pues les permiten tener 30.000 estudiantes más.
Adicionalmente, desde hace dos años la SED invita a los rectores de los colegios en concesión a las reuniones de directores, «para tratar el tema de calidad y fortalecer la enseñanza de inglés y ciencias, así como lecto escritura».
En un principio, el argumento de la SED para no seguir con la concesión se relacionaba con la desigualdad entre los niños. Menores de una misma cuadra iban, unos, a un colegio de este tipo, bonito, con comedor y jornada diferente, mientras los otros, a un plantel viejo sin dotación.
Hoy, ese argumento está casi rebatido. La SED ha arreglado la mayoría de sus colegios y ha construido 30 más.